Sus dedos dibujaban sobre mi espalda sensaciones que hacían despertar mi instinto mas carnal. Sentía como ardían sus manos en mi piel blanca y fresca. Bajaba por la espalada y cuando llegaba a la curva de lo que le hacía pecar, volvía a subir. Sus besos en mi nuca y su lengua en mi cuello, era lo único que necesitaba para que encendiera mi fuego. Me sentía atrapada dentro de mi habitación, me encantaba sentir que aunque gritara no serviría de nada...quería ser secuestrada por ese hombre que conocía cada rincón de mi delicado cuerpo. Encontraba los lugares más secretos...y los desvelaba gritando al cielo que yo era suya. Era capaz de poseerme durante horas sin que mi cuerpo dijera basta. Quería mas, no parecía suficiente y yo se lo daba. Su miembro duro se introducía dentro de mi....
Podía leer su mirada mientras me penetraba. Me hacia sentir suya desde el principio hasta el fin, me hacia humedecerme con tal facilidad que su miembro no podía evitar estar dentro. Era tan excitante que no queríamos que acabara nunca, queríamos sudar, mordernos y acariciar cada rincón de nuestro cuerpo para acabar en una explosión de sensualidad extrema. Esa tarde gemí más que hablé, la habitación de Roxett se había convertido en mundo. No había nada ni nadie fuera. Sólo existíamos el sexo y yo...
Placeres imposibles de no sentir. Caricias interminables que hacen de mi una fiera mansa por aquel hombre. Dejando de lado al hombre desconocido para así reencontrarme con la pieza que faltaba en mi sexo. Seguir aventurándonos en nuestros encuentros mientras descubrimos nuestro sexo. Mi boca deseaba saborear su miembro y mi instinto de fiera deseaba ver como se estremecía de placer hasta que me diera todo aquello que cumplía con mis expectativas.
Porqué he tenido que despertarme...ya estoy deseando volver a soñar contigo.
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