El recorrido por ese largo pasillo me hacía plantearme su llamada. Me preguntaba porque había caminado tantas veces hacia él. Cuando llegué a su oficina me quedé inmóvil, observando como sus dedos bailaban sobre aquel teclado negro que un día decidió escribirme un adiós. Durante unos segundos seguí planteándome el porqué accedí a verlo...porqué contesté su llamada. Mis dedos acariciaron la puerta para emitir el sonido que el conocía a la perfección. Anuncié mi llegada. Alzó la mirada al frente y sus ojos se postraron sobre los míos, se hizo el silencio del recuerdo y se dibujó una sonrisa en su cara.
Su perfume embriagaba mis sentidos y sus gestos intentaban ganarme. Se levantó de la silla y se acercó a mi con aires de vencedor. Me besó las mejillas suavemente a la vez que postraba sus manos en mi cintura haciéndome sentir suya una vez más. Rápidamente me alejé y cogí asiento dispuesta a escuchar que quería de mi. Su mirada seguía el cruce de mis piernas nerviosas y posiblemente excitadas por el simple mero de recordar aquella oficina.
Una larga conversación de madurez hizo que pudiera coger las riendas de aquel encuentro durante unos instantes pero de repente necesitó sentir el poder y se levantó de su gran silla de piel negra. Caminó por la oficina a la vez que repetía una y otra vez lo orgulloso que estaba de mi y se colocaba medallas por mis propios éxitos profesionales. Lo miré a los ojos y me levanté de la silla, me acerqué a la gran ventana mientras sentía como su mirada seguía el contoneo de mis caderas. Me quedé contemplando las grandes vistas al inmenso océano que nos rodeaba. Me sentía dueña de mis propios deseos y decisiones.Se hizo un gran silencio.
Sentí como se acercaba hacia a mi y cuestión de segundos noté una sensación de calor en mi nuca que hacia que me difuminará entre las vistas." Que bien hueles, Roxett"- me decía. Postró su nariz en mi cabello mientras inspiraba mi perfume. Seguidamente sus labios comenzaron a besarme por todo el cuello. Sus manos acariciaban mis brazos. Podía sentir su erección. Sentía como mi cuerpo ardía de excitación . Uno de sus brazos me inmovilizaba agarrándome por el pecho y su mano derecha jugaba buscando mi clítoris. Me acariciaba los muslos y buscaba mi deseo. Deseaba meter su suave mano entre mis braguitas y acariciar mi delicado y húmedo clítoris. Cerré los ojos y gemí tan dulcemente que el aire de mis garganta salía con expresiones
Mis manos apoyadas en el cristal y mi mirada perdida en el océano hacía que cada vez lo deseara más pero algo me decía que no iba a disfrutar tal y como me merecia :
"Roxett, no estás en tú habitación"- pensé.
Me giré hacia a él y estando aún rodeada por sus fuertes brazos, lo miré a los ojos y seguidamente miré sus labios. Acerqué mis labios a los suyos y saboreé su excitación. Acaricié su atractivo rostro y le dije en tono muy suave y agresivo:
" No me hagas perder el tiempo"
Salí de aquella oficina saboreando el éxito.